Asoma la primavera, es época de sol y heladas, de lluvia y viento caprichoso, de frío y aperitivo en el jardín.
Es época de siembra en los invernaderos, los días crecen, los animales empiezan a perder el pelo del invierno, los frutales exhiben sus brotes … antes de que nos demos cuenta está todo el campo iluminado por la primavera.
Pasó la Navidad, pasaron las compras compulsivas y el comer si fin. Y también ha pasado el mes sin fondos, los buenos proyectos abandonados, perdidos por en el camino. Es tiempo de disfrazarse y bailar.
Y también es momento de replantearse asuntos serios.
Efectivamente muchas parejas deciden tener un hijo al empezar el año, e inician el periodo de “búsqueda”. Así, las mujeres acudimos al ginecólogo en busca de Consejo Preconcepcional.
¿Qué es eso?. ¿Algo nuevo inventado por los médicos para meternos en líos?.
Pues nada más lejos de nuestra intención. No. La Consulta Preconcepcional es algo esencial si estamos planteándonos tener un hijo fuerte y sano, y en las mejores condiciones posibles.
Y ello incluye muchas variables. Para empezar, comprobar que nuestro cuerpo está sano y en perfectas condiciones para concebir.
Empezaremos por una exploración cuidadosa, una citología (si no la tenemos reciente) y una ecografía para comprobar que el útero y los ovarios están en perfecto estado de revista.

Después, unos análisis completos de sangre y orina, en los que comprobaremos que todos nuestros órganos y sistemas están a pleno rendimiento, que no hay enfermedades subyacentes o silentes que puedan “despertar” durante el embarazo, complicándolo.
Además, un estudio serológico para comprobar si somos inmunes a esas enfermedades infecciosas (como la rubéola o la toxoplamosis) que pueden afectar gravemente al feto durante la gestación. Y en caso de no ser inmunes, tendremos tiempo de vacunarnos para evitar contraerla precisamente durante el embarazo.
Algunas mujeres ya conviven con una enfermedad crónica, que les exige hacer un tratamiento diario y visitar a un especialista de forma regular y permanente. Esas mujeres, con más razón, deben hacer una consulta previa a la concepción no sólo a su especialista, sino también al ginecólogo. Muchas enfermedades como la epilepsia, las cardiopatías o las enfermedades autoinmunes, precisan mantener el tratamiento durante el embarazo, pero en ocasiones en necesario cambiar de fármaco, e incluso ajustar la dosis.
Por último, y una vez tenemos el “examen” superado, la puesta a punto final con vitaminas y elementos esenciales que pudieran estar bajos en nuestra dieta, como el ácido fólico, vitaminas del grupo B o yodo. Todo lo necesario para que el embrión, desde el mismo momento de su concepción, se desarrolle en un entorno rico, confortable, completo y crezca sano y vigoroso.
Si, afortunadamente, cada vez más mujeres acuden al ginecólogo antes de iniciar esa fascinante aventura que es tener un hijo.