Bienvenidos a mi nueva página Web

Lo creáis o no, me ha llevado casi lo que un  embarazo el crear mi nueva página web.

Incidentes informáticos no controlables me han tenido con la antigua página bloqueada, lo que finalmente me llevó a diseñar una nueva, no sin esfuerzo, habida cuenta que no es ésta precisamente mi profesión.

Intentaré, a partir de ahora, estar más al día en el blog, contestando a todas las dudas que os vayan surgiendo.

A las que estáis de vacaciones: ¡feliz verano! … a las que estamos aún al pie del cañón: ánimo, quien ríe el último….. ;-))

Preparándote para el embarazo

Asoma la primavera, es época de sol y heladas, de lluvia y viento caprichoso, de frío y aperitivo en el jardín.

Es época de siembra en los invernaderos, los días crecen, los animales empiezan a perder el pelo del invierno, los frutales exhiben sus brotes … antes de que nos demos cuenta está todo el campo iluminado por la primavera.

Pasó la Navidad, pasaron las compras compulsivas y el comer si fin. Y también ha pasado el mes sin fondos, los buenos proyectos abandonados, perdidos por en el camino. Es tiempo de disfrazarse y bailar.

Y también es momento de replantearse asuntos serios.

Efectivamente muchas parejas deciden tener un hijo al empezar el año, e inician el periodo de “búsqueda”. Así, las mujeres acudimos al ginecólogo en busca de Consejo Preconcepcional.

¿Qué es eso?. ¿Algo nuevo inventado por los médicos para meternos en líos?.

Pues nada más lejos de nuestra intención. No. La Consulta Preconcepcional es algo esencial si estamos planteándonos tener un hijo fuerte y sano, y en las mejores condiciones posibles.

Y ello incluye muchas variables. Para empezar, comprobar que nuestro cuerpo está sano y en perfectas condiciones para concebir.

Empezaremos por una exploración cuidadosa, una citología (si no la tenemos reciente) y una ecografía para comprobar que el útero y los ovarios están en perfecto estado de revista.

Después, unos análisis completos de sangre y orina, en los que comprobaremos que todos nuestros órganos y sistemas están a pleno rendimiento, que no hay enfermedades subyacentes o silentes que puedan “despertar” durante el embarazo, complicándolo.

Además, un estudio serológico para comprobar si somos inmunes a esas enfermedades infecciosas (como la rubéola o la toxoplamosis) que pueden afectar gravemente al feto durante la gestación. Y en caso de no ser inmunes, tendremos tiempo de vacunarnos para evitar contraerla precisamente durante el embarazo.

Algunas mujeres ya conviven con una enfermedad crónica, que les exige hacer un tratamiento diario y visitar a un especialista de forma regular y permanente. Esas mujeres, con más razón, deben hacer una consulta previa a la concepción no sólo a su especialista, sino también al ginecólogo. Muchas enfermedades como la epilepsia, las cardiopatías o las enfermedades autoinmunes, precisan mantener el tratamiento durante el embarazo, pero en ocasiones en necesario cambiar de fármaco, e incluso ajustar la dosis.

Por último, y una vez tenemos el “examen” superado, la puesta a punto final con vitaminas y elementos esenciales que pudieran estar bajos en nuestra dieta, como el ácido fólico, vitaminas del grupo B o yodo. Todo lo necesario para que el embrión, desde el mismo momento de su concepción, se desarrolle en un entorno rico, confortable, completo y crezca sano y vigoroso.

Si, afortunadamente, cada vez más mujeres acuden al ginecólogo antes de iniciar esa fascinante aventura que es tener un hijo.

¿Menopausia?… ¡Menopausias a mi!

“Agotada, cada día se me hace un mundo levantarme de la cama, ¡no descanso!. Esos calores me despiertan varias veces por la noche, si a eso le sumo lo que me cuesta conciliar el sueño, cuando suena el despertador estoy como si acabara de acostarme.
Este mes hace ya siete que tuve la última regla. Quizá sea por eso, pero la sequedad vaginal me molesta cada vez más. Por no hablar del poco apetito sexual, ¡nunca me había pasado ésto!, y pensé que nunca me pasaría, pero aquí estoy, aceptando que ni puedo ni me apetece.
Y tengo que reconocer que estoy irritable, ¡hay días que no me aguanto ni yo!.
Pero tengo que seguir el ritmo, aunque me cueste cada día más concentrarme en el trabajo.
Encima llego a casa y todo sigue ahí, los hijos, adolescentes, agotadores, la casa, y mi marido, al que estoy descuidando últimamente. No es que no quiera, es que no puede entender lo que me pasa, casi no puedo ni yo.

¿Va a durar mucho esto?”

 

 

Estas reflexiones, que nos asaltan en los primeros momentos de nuestra época menopáusica, son universales. No cabe duda de que es una fase muy difícil, en la que hay que buscar apoyos entre los más cercanos, aunque no siempre funcione. Y para eso está ahí el ginecólogo de “cabecera”.
No debemos desfallecer, lo cierto es que es una fase por la que hemos de pasar obligadamente, así que intentemos hacerlo de la mejor forma posible, sufrir lo mínimo y poner remedio a todo lo que podamos para salir airosas.
El insomnio, la falta de descanso es subjetiva y real, lo podemos solucionar fácilmente con relajantes o hipnóticos suaves. Además, descansar mejor nos ayudará a controlar esa irritabilidad extraña y constante y podremos rendir más en nuestras ocupaciones diarias.
Más fácil aún es el remedio para la sequedad, tanto la de la piel como la vaginal. Fácil y accesible el remedio y muy eficaz en nuestro día a día. Qué duda cabe que vernos guapas en el espejo, sentirnos atractivas y deseadas, y poder tener relaciones sexuales satisfactorias nos va a proporcionar una calidad de vida magnífica.
Y como colofón, el ejercicio diario es esencial; nos evitará ganar peso, nos ayudará a relajarnos por la noche para conciliar el sueño y nos hará sentirnos mejor con nuestro “nuevo cuerpo”.

Está claro que será difícil llegar al nivel de mujeres impresionantes con Sharon Stone o Madonna, pero ¡tenemos que intentarlo!.

Esplendor a los 50

Todavía hoy hay muchas mujeres que temen su visita al ginecólogo.
En mis años como especialista me he cansado de oír eso de “usted y el dentista es lo que peor llevo”.

Es evidente que tendremos que preguntarnos qué hacemos mal porque, en esencia, la visita al ginecólogo debe servir de ayuda, para resolver dudas, para preguntarle al especialista las cosas que le pasan a nuestro cuerpo que no entendemos.
Un cuerpo, el femenino, en constante cambio, ondulante: ondas cortas mensuales y dos muy profundas; una en la adolescencia y otra en la madurez.

Esta última, la de la madurez, la tan temida menopausia, que nos hace sentir insultadas, envejecidas, avergonzadas.
Vivimos en una sociedad en la que “ser menopáusica” implica, en su sentido peyorativo, ser vieja, irritable, inútil. … ¡Nada más lejos!.

Las mujeres entorno a los 45 o 50 años estamos viviendo una plenitud profesional y social.
Si son madres sus hijos ya no dependen tanto de ellas, si están casadas su relación es más reposada, más cómplice, más sencilla, y si son profesionales normalmente están llegando a su máximo estatus y reconocimiento.

 

“…qué bonito, ¿no?… pues en medio de mi plenitud social y familiar me atizan unos sofocos que me dejan hecha un asco, sudada y cabreada.”

 

Pues para eso están esas visitas al ginecólogo.
Nosotros estamos aquí para que esa época no sea una pesadilla y un infierno de síntomas desagradables. Además de que, en esta época, se hacen más importantes que nunca las estrategias de prevención del cáncer de mama, ovario y cérvix.

La menopausia no es un deterioro, es simplemente un cambio.
Si, es cierto, un cambio profundo, lento y en muchos aspectos, difícil.

Pero tu ginecólogo está ahí para ayudarte a entenderlo, aceptarlo, combatir sus síntomas y seguir adelante, convirtiendo el temor al cambio en el esplendor de los 50.

Veranear estando embarazada

Estoy embarazada y me voy de vacaciones:

¿Cuándo debo irme?

Si pudieras elegir cuándo tomarte ese merecido descanso, lo ideal es que lo hagas en el segundo trimestre del embarazo. Es decir, entre las 14 y las 30 semanas aproximadamente.
Esa es la época en la que nos encontramos mejor, en la que las náuseas y el malestar han desaparecido, pero en la que aún no estamos muy “gordas” y podemos movernos, vestirnos y disfrutar de unas vacaciones con cierta libertad y sin grandes restricciones físicas.

¿Puedo volar?

Es la pregunta más frecuente que nos hacen en la consulta las embarazadas. Para volar en aviones comerciales algunas compañías tienen un límite en la edad gestacional a partir del cual no permiten a la gestante subir a bordo. Ese límite está entorno a los 8 meses, o, lo que es lo mismo, las 36 semanas, si bien alguna compañía como Air France no ponen ningún tipo de restricción.
Otras empresas simplemente exigen un documento que “permita” volar a la embarazada firmado por un especialista.
Es complejo, de manera que ya hablaré de este tema más adelante.

¿Qué debería prevenir?

En realidad lo mismo que fuera del embarazo; los alimentos crudos, el agua no potable, picaduras de insectos… .
Si bien nunca es agradable contraer una diarrea del viajero, en estados avanzados del embarazo puede ser mucho más grave, afectar más al estado general o retrasarse su curación. Además la deshidratación podría terminar desencadenando contracciones prematuras.

¿Dónde no debería viajar?

El sentido común nos dicta que, aunque estemos ante un embarazo normal y sin complicaciones, a priori tiene más sentido viajar a países con cobertura sanitaria de primer nivel.

 

También es altamente recomendable no estar muy alejados de lugares civilizados o en sitios aislados o de difícil acceso por largos periodos de tiempo (safaris, cruceros, etc).

¿Qué debo evitar?

Los esfuerzos físicos extenuantes. El que nos encontremos bien y, en ocasiones, queramos demostrar que el embarazo no nos limita, a veces nos hace lanzarnos a actividades que no podremos desempeñar.
Recordad que en la semana 20 del embarazo (hacia la mitad del mismo) nuestro corazón ya está trabajando un 50% más de lo que habitualmente trabaja.
No os dejéis engañar por estar o no “gordas”, la mayor parte del trabajo se la lleva vuestro corazón, y en verano con el calor y la hipotensión propia del embarazo, en ese esfuerzo físico podríais daros algún susto innecesario.
De manera que olvidad subir montañas, hacer rafting, escalada, submarinismo…. El Everest puede esperar.

¿Qué puedo hacer?

Diviértete, disfruta con tu pareja o tu familia y amigos.

Sonríe a la vida que te ha puesto en un lugar privilegiado y te ha otorgado una de los mayores privilegios, el de ser madre.