Esplendor a los 50

Todavía hoy hay muchas mujeres que temen su visita al ginecólogo.
En mis años como especialista me he cansado de oír eso de “usted y el dentista es lo que peor llevo”.

Es evidente que tendremos que preguntarnos qué hacemos mal porque, en esencia, la visita al ginecólogo debe servir de ayuda, para resolver dudas, para preguntarle al especialista las cosas que le pasan a nuestro cuerpo que no entendemos.
Un cuerpo, el femenino, en constante cambio, ondulante: ondas cortas mensuales y dos muy profundas; una en la adolescencia y otra en la madurez.

Esta última, la de la madurez, la tan temida menopausia, que nos hace sentir insultadas, envejecidas, avergonzadas.
Vivimos en una sociedad en la que “ser menopáusica” implica, en su sentido peyorativo, ser vieja, irritable, inútil. … ¡Nada más lejos!.

Las mujeres entorno a los 45 o 50 años estamos viviendo una plenitud profesional y social.
Si son madres sus hijos ya no dependen tanto de ellas, si están casadas su relación es más reposada, más cómplice, más sencilla, y si son profesionales normalmente están llegando a su máximo estatus y reconocimiento.

 

“…qué bonito, ¿no?… pues en medio de mi plenitud social y familiar me atizan unos sofocos que me dejan hecha un asco, sudada y cabreada.”

 

Pues para eso están esas visitas al ginecólogo.
Nosotros estamos aquí para que esa época no sea una pesadilla y un infierno de síntomas desagradables. Además de que, en esta época, se hacen más importantes que nunca las estrategias de prevención del cáncer de mama, ovario y cérvix.

La menopausia no es un deterioro, es simplemente un cambio.
Si, es cierto, un cambio profundo, lento y en muchos aspectos, difícil.

Pero tu ginecólogo está ahí para ayudarte a entenderlo, aceptarlo, combatir sus síntomas y seguir adelante, convirtiendo el temor al cambio en el esplendor de los 50.

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