¿Porqué he dejado de “tener ganas”? ¿Y cómo puedo solucionarlo? ¿Qué es lo que me excita? ¿Y cómo puedo mantenerlo? ¿De dónde me viene el deseo sexual?
Son preguntas que todas las mujeres nos hemos hecho alguna vez.
Es una gran mentira que las mujeres tengan menos deseo sexual que los hombre, aunque sí es cierto que nuestra libido es más oscilante.
La libido, el deseo sexual, viene integrado en nuestro cerebro y se compone una mezcla compleja que incluye cosas tan dispares como nuestras fantasías, sentimientos y emociones, factores educativos o nuestros niveles hormonales.
Lo que está muy claro es que una vida sexual activa y satisfactoria tiene innumerables beneficios.
Por eso nuestra libido cambia mucho, especialmente con la edad. Y aumenta con el tiempo, y sobre todo con la experiencia.
Pero sobre todo la libido depende de nuestras hormonas, los estrógenos y la testosterona, una hormona masculina que producen nuestros ovarios, y que es la responsable de que nuestra vida sexual sea intensa.
Así, situaciones hormonales como el pico de estrógenos que tenemos en la ovulación son picos de deseo que se ven anulados, por ejemplo, al tomar anticonceptivos hormonales.
Unos de los problemas que más frecuentemente se abordan en la consulta es la pérdida del deseo sexual durante la menopausia.
En esa época, además, la disminución de los estrógenos, se inicia un adelgazamiento de las paredes vaginales, se pierde el tono muscular y la lubricación, disminuyendo mucho la elasticidad. La mezcla perfecta para que las relaciones sexuales no sólo sean poco apetecibles, sino incluso dolorosas.
Se calcula que entre un 25% y un 60% de las mujeres tienen algún tipo de disfunción sexual a lo largo de su vida, aunque en su mayoría (hasta el 85%) son mujeres postmenopáusicas.
Y sin embargo sólo una tercera parte de ellas consulta con un especialista. Nuestro trabajo en la consulta muchas veces es intentar descubrirla hablando en la consulta con la paciente, que, muchas veces, viene por otros motivos.
¿Cuál es la causa?
Pues pueden, y suelen ser, muchas.
- El cansancio, la falta de sueño.
- La relación de pareja: conflictos, tedio, falta de comunicación y de complicidad. Cualquier “bache” en la pareja se refleja en la libido de la mujer más que en la del hombre.
- Cambios vitales importantes: en el trabajo o la vivienda, la maternidad…
- El cerebro es el motor del sexo, la edad física no siempre coincide con la edad sexual. Una autoestima baja, enfermedades psíquicas, educación sexual deficiente…
- Alteraciones hormonales: la toma de anovulatorios, la lactancia, la menopausia, son todos estados hormonales bajos que se asocian a una disminución del apetito sexual.
- Los estilos de vida poco saludables afectan negativamente en nuestra libido: la falta de ejercicio, el tabaco, la ingesta excesiva de alcohol, las drogas.
- Algunos fármacos como los antidepresivos, algún antihipertensivo, y por supuesto los derivados de la morfina reducen el deseo sexual.
Bien, ya hemos visto qué es y cómo podemos identificar nuestra libido. De qué dependen sus altibajos y cómo podemos controlarla.
En nuestro próximo artículo desarrollaremos las soluciones que podemos darle al problema.
Ayudándonos con determinadas actitudes y planificando, cambiando rutinas, innovando y, porqué no, usando ciertos medicamentos que nos empujarán más a conseguir despertar el deseo sexual, controlarlo y disfrutar de una vida sexual rica y plenamente satisfactoria.